Esta noche, mientras cenábamos, alguien decía muy inspirado:
―Porque desde que murieron Zapata y Fariñas… ―Y se iba a embalar…
Pero uno lo interrumpió:
―Fariñas no ha muerto…
―¿Cómo que no ha muerto? ―Y hubo pausa. Y después cara de no me lo creo―: ¿No se metió tres meses sin comer?
Nos miramos… Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa.
―¿Cómo que no ha muerto? ―repitió el que lo daba por muerto.
―No…
Y en eso llegó el camarero con plato de quesos.
―¿Se lo mandamos al Fari? ―preguntó un tercero.
La escena, lo confieso, me incomodó. Pero es lo que hay.
Nuestro fúnebre circo.