La MTV, que ha sido para la cultura pop del fin de siglo lo que las rayas para las cebras, emitió hace unos días documental muy especial de su célebre y exitosa serie True Life [1]. Lo rodaron en Jeddah, considerada la ciudad más abierta de Arabia saudita, y entrevistaron a cuatro jóvenes saudíes que quieren saltarse los límites de la heterodoxia wahabita.
No son los únicos: son apenas los elegidos en casting que dejó fuera a otra docena.
Bajo el régimen de Abdulá (Abdullah Bin Abdulaziz Bin Abdulrahman Bin Faisal Bin Turki Bin Abdullah Bin Mohammed Bin Saud = خادم الحرمين الشريفين الملك عبد الله بن عبد العزيز آل سعود), cuyo código legal es la sharía, o ley islámica, esos atentados contra la religión de Estado se pagan caros. Con la cárcel, con la espalda desgarrada a latigazos, con la retirada de la autorización para viajar al extranjero… Y si la cosa es muy escandalosa, con la amputación de miembros o con la decapitación.
Hablamos, ojo, de atentados tan desmesurados como enamorarse de una muchacha en Facebook o de cortejarla mediante mensajes de texto desde la Blackberry, organizar una banda de rock o querer vestir a las jóvenes saudíes con colores menos negros que el petróleo.
Como era de esperar, sobre los cuatro valientes jóvenes que contaron sus historias a MTV ―que nos las contaron a todos nosotros―, pende ahora la amenaza de juicio [2]. Y algunos de los castigos antes descritos. Se los acusa de haber «declarado abiertamente sus pecados».
¡De ampanga! ¡Porque benditos sean los que pecan bajo esas satrapías con rostro y modos del año 1.000! ¡O donde sea!
Mera pretensión, por cierto. El enorme talento de masas enormes de jóvenes árabes o persas, sus ansias de libertad y la evidente caducidad de los sistemas opresivos que padecen son promesa de cambio de la que apenas dudo.
Y ni ojalá ni إن شاء الله.
Porque seguro que yes.
De contra:
Entrevista a las realizadoras. [5]El cómo y el por qué.