Sí, tal vez, como sostenía Seth Stevenson [1] hace unos días, este anuncio para NIKE del mexicano Alejandro González Iñárritu [2] (Amores perros, 21 gramos, Babel, etc.) sea uno de los mejores que uno haya visto. (Viva recomendación: véaselo en HD: en Youtube, esa opción abajo a la derecha y la Pausa para esperar a que cargue todo el vídeo.)
http://www.youtube.com/watch?v=idLG6jh23yE [3]Hoy pude ver una suerte de museo de cera con sus protagonistas en la tienda que los de la Swoosh tienen en el Passeig de Gràcia. Pase por allí quien ande cerca.
«El fútbol es así», suelen decir en las ruedas de prensa quienes viven de él, quienes lo practican, para aludir al carácter absolutamente impredecible de cada lance a la vez que eludir cualquier razonamiento lógico sobre juego basado, como tantos, en una serie de gestos repetidos una y otra vez hasta que se produce el milagro. ¿Quién mejor que Iñarritu para pensarlo, pues?
El tedio ―y el tesón― que acaban en el milagro de un gol. Algunos pocos jugadores parecen más proclives a conseguirlos. Son los que pueden, en eventos como este Mundial, «escribir el futuro» ―el «Write the Future» del anuncio de NIKE.
Escribir el futuro, siquiera en historia tan mínima como la del balompié. ¿Quién pudiera en otros ámbitos, chico, cuando a veces ni siquiera nos es dable soñarlo?
De contra:
Mucha gente me ha preguntado quién me gustaría que ganara este Mundial.
La respuesta es fácil y la explicación le podrá parecer pueril a más de uno.
Quiero que gane España.
El por qué: a nadie alegra más que su país gane un Mundial que a los niños. Les da confianza en su país y en sí mismos. Les alienta a ser mejores, a esforzarse, a competir.
Luego, como España es el país donde vivo, será a los niños españoles a los que veré felices, veré esforzados, veré competitivos, si la selección nacional se trae a casa la Copa ―y ¡ojo! con ese «nacional» escrito por quien vive en Cataluña y padece su sonsera identitaria: razón añadida.
Que gane España, pues. Si se puede.