Saliendo de vacaciones vino Garrincha a chotearme.
No serviría lo suyo para identificarme en Aduanas. Viajo rapado, con otras gafas y jamás, lo juro, he gastado ese bigotico proustiano ni labios tan acorazonados.
Pero, nada: la libertad del artista, ¡sacrosanta sea!
Tanto como que par de allegados a quienes mostré lo suyo hayan soltado enfático: “¡Te retrató!”
¡Gracias!
De contra:
Garrincha en El Nuevo Herald [2].