Más conocidos por su magnífica serie Childhood Memento [1], Shao Yinong (1961) y Mu Chen (1970) han documentado también los espacios ruinosos que fueron sede de la tensión didáctica y narcotizadora de la ideología. Las imágenes decadentes de esas salas de reuniones que acogieron asambleas rabiosas o aquiescentes son los escenarios vacíos que retratan en la serie The Assembly [2] Hall [3].
Aunque recuerdan los afanes de Robert Polidori, en las fotos de la serie The Assembly Hall hay una espontaneidad que no estetiza las ruinas. En las fotos de Polidori en Pripyat, La Havana o New Orleáns se advierte una objetivación que construye arte, que obliga al ojo a ver arte.
Yinong y Cheng son más documentalistas que estetas. Tal vez sean menos dóciles a la seducción de la belleza antigua, una debilidad que el pathos aristocrático, amigo de los jardines entreverados de falsas columnas ganadas por la maleza, convirtió en extraña moda. Parece importarles más lo vacío que lo ruinoso y eso los coloca más en la línea de Hiroshi Sugimoto [4] y sus teatros vacíos, que en la estela de Polidori, coleccionista de desastres, retratista de cataclismos.
Ese Radio City de Sugimoto, por ejemplo.
El mismo Sugimoto que incluyó a Fidel Castro en su galería de próceres de yeso. Y produjo la mejor foto que conozco de Castro I posando de Castro I. Rey sabio o macizo mariscal, uno adivina ya en esta foto al no menos falso Fidel Castro que ostenta en sus más recientes instantáneas esa sonrisa de resucitados que tienen los ancianos, al decir de José Martí.
Una experiencia visual que cerraría muy bien, se me ocurre, un collage del Emperador Adidas recostado a la tribuna de un desolado teatro Karl Marx. Mis mañas con Photoshop no dan para tanto. A ver si alguien se anima…
Esta nota fue publicada en ETDLV el 12/07/2007 [5]. Reaparece ahora con motivo de un cambio de ritmo estival.