Hoy hace ocho años que murió Celia Cruz.
Me gusta pensar que mujeres como ella encarnaron todo lo que conozco de las mujeres cubanas: la gracia, el ingenio, el talento, la dulzura, la generosidad, la lealtad, la grandeza de espíritu.
Escuchar a Celia Cruz, verla, reconcilia con la desmejorada Cuba como pocas cosas lo hacen. Que el gobierno de los hermanos Castro la borrara de la memoria de dos generaciones y prohibiera escucharla no dice nada de Celia, pero lo dice casi todo de la miseria de un totalitarismo contrario a la naturaleza de Cuba por fabricar olvidos, por amputar a hachazos la relación de los cubanos con la tradición nacional. Por cabrón y por racista.
La recuerdo aquí en dos tiempos, a esa espléndida diva sin divismo:
http://www.youtube.com/watch?v=Js0rKmv-0Iw [1]