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Cuba también estuvo allí

Dice L’Osservattore Romano que Benedicto XVI [1] tomó la decisión de renunciar a su mayúsculo ministerio después de su viaje a México y Cuba. Y Cuba, ay, que la hay siempre.

Ya se sabe que la renuncia de un Papa es hecho tan infrecuente como que hace medio milenio más o menos no se veía uno. Y ahí, en esa noticia que-conmociona-al-mundo [2], se cuela Cuba. Un Papa que se agota en Cuba, dicen. Un Papa de Roma a quien Cuba agota tanto como para que lo mueva a apearse de la silla de Pedro.

Ah, esa Cuba, oigan. ¡Esa Cuba excepcional! ¡Esa excepcionalidad de Cuba! [3] Lo mismo te vigoriza que te hastía esa lengua de tierra: guaguancó y rumba; legrado y suicidio.

Sus papilas como ventosas. ¿Que hay mundo al borde de guerra nuclear? Ahí asoma. ¿Que si Perla y Antemural? Ella la primera y la de más relumbre. ¿Que Primer Territorio Libre, etc.? Dale, Cuba. ¿Que echaron abajo el Muro de Berlín, pero hay país que no conoce el «ya viene llegando»? Ahí está esa Cuba para que nos riamos del pinareño y los todólogos de la cubanología.

Esa Cuba excepcional. No hay tarde que no nos enoje ni fiesta a la que no se apunte. O funeral.

Otra vez, y ya van dos en pocos días: ¡Viva Cuba! [4]

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