Casi nos atropellan hace unos minutos…
Jorge Ferrer - 21/04/14Categoría: Uncategorized

Casi nos atropellan hace unos minutos a Bruno y a mí. ¡Pero casi, casi, eh! Una joven, rubia y nerviosa, frenó su Mini color azul marino cuando ya la luz se ponía en rojo y su coche quedó sobre la cebra. Bruno y yo esperábamos para cruzar y asistimos divertidos y levemente excitados al frenazo y vimos, al menos lo vi yo que soy algo más alto que Bruno, cómo sus hombros y sus pechos se proyectaron hacia adelante y recularon después, los pechos dibujando una graciosa curva que lo hubiera sido más de alcanzar secuencia sinusoide, como lo hace ahora en mi memoria.
Nos miramos Bruno y yo; ella se quedó muy quieta pensando en lo que sea que piensen las rubias que estuvieron a punto de saltarse un semáforo. Nosotros hicimos lo que creí conveniente: cruzamos por detrás del Mini. No había otra. Y ahí la rubia, Bruno y yo detrás de ella con nuestro paso elegante, puso la marcha atrás para dejar libre la cebra, ¡yegua!
Pegué tres gritos, golpeé el coche, tiré de la correa negra y naranja que ata a Bruno, Bruno chilló, asfixiado, y salté… Todo eso en menos de lo que se lo lee. ¡Casi, casi, eh! Clavó los frenos a tiempo y apenas me rozó, pero lo hizo. Hubo protestas en la esquina y algún reproche a la rubia. Dos ancianas, una de ellas vecina de mi escalera, fueron bastante activas.
Yo rodeé el coche, me incliné sobre la ventanilla anterior derecha y percutí en el vidrio con el dedo índice de mi mano izquierda; la otra sujetaba a un Bruno que hiperventilaba, criatura. La infractora temblaba y ambos sabíamos que debía tomarse su tiempo. Nos lo dimos. Finalmente, volvió la cabeza sin mover los hombros, como aquellas muñecas de mi hermana que yo decapitaba y ella regresaba a la vida devolviendo sus cabezas de plástico, ojos coloreados de azul y pestañas como escobillas, a sus torsos firmes. ¡Cuánta pena y cuánta rabia en su mirada, nenas, nenes!
Jamás vi mujer más bella en mi vida. Y de repente descubrí que lamentaba que no me hubiera atropellado, uniendo así su vida y la mía por una historia que contar en sobremesas de domingos sucesivos y unos trámites que quise, en ese breve instante de pena, largos con los adustos agentes de mi aseguradora y los seguramente idénticos de la suya. Por un momento me vi tendido en una cama de hospital y ella tomándome de la mano y estampando su firma en la escayola con trazo irregular.
No sé cómo recuerde Bruno este episodio, ni si lo recuerdo yo mañana. Bruno, que es mucho más bajo que yo y ya dormita, ajeno a las rubias y a la muerte que te pueden traer.
Fotografía: Juan Carlos Herrera Lorenzo
Ah,ah, cono el tiempo no se te fue!!!!!!!!
Na, boberias Cuando se tiene con signas que cumplir, como se le ha escapado el tiempo hace tiempo a muchos!!! y el hombresito ni cuenta se dad, tremendo EGO TIENE!!!