La bandera, la caca y el perro: ¿quién tendrá la culpa?
Jorge Ferrer - 24/01/10Categoría: Urbanas | Etiquetas: Mimbres de la Voz

Coincidimos en la acera desierta. Llovizna. Son pasadas las once de la noche en Barcelona.
He sacado a pasear a Bruno y me protejo de la llovizna con un paraguas que M. me trajo alguna vez de Washington. Un souvenir nada extraordinario, y con un cierto aire de feria, pero que cumple sobradamente su doble función. Al abrirlo se despliegan las barras y las estrellas de la bandera norteamericana. Es, pues, eficaz souvenir de Washington y sombrilla de recia arquitectura. Jean Baudrillard se ocupó alguna vez de ese preciso objeto, creo recordar.
Ajeno al «sistema de los objetos», Bruno ha sentido de pronto la llamada de los intestinos y se agacha para defecar. Con gesto mecánico, extraigo del bolsillo el rollo de bolsitas de nylon, perfumadas y negras; desgajo una para recoger las heces. Somos cuadrúpedo y bípedo cívicos Bruno y yo. Bruno lo ha sido tanto en esta ocasión que la defecación ocurre justo al lado de un contenedor de basura.
En ese instante se acerca un árabe arrastrando un carrito. Es uno más de los centenares, probablemente millares, de personas que sobreviven en esta ciudad gracias a la basura que recogen. El perro que caga en la acera y el kafir (كافر) protegido de la llovizna por la bandera norteamericana le impiden llegar a la basura que le da de comer. Lo miro y esbozo una vaga sonrisa que quiere ser una disculpa. Ya Bruno acaba, por suerte, así que me agacho, recojo las heces y las lanzo al contenedor, cuya tapa, al abrirla accionando el pedal, tropieza con «la bandera norteamericana» y me hace trastabillar.
No recuerdo haber visto en mi vida mirada de desprecio ―¿o era lisa y llanamente odio?― como la que ese hombre lanzó al infiel que recogía con sus manos la mierda de un animal impuro mientras lanzaba torpes estocadas con la bandera de los Estados Unidos.
Si algún día ese tipo decidiera hacerse estallar para matar infieles ―algo por demás prácticamente imposible en términos estadísticos: 1) porque de los poco menos de 1.400 millones de musulmanes apenas unos escasos centenares escogen el camino del martirio y 2) porque no son los musulmanes pobres quienes suelen inmolarse―; pero si lo decidiera, digo, tengo para mí que lo último que recordará para darse ánimos antes de manosearse el calzoncillo-bomba será esta inocente escena urbana.
Ojalá la más sensata de la huríes que le correspondan lo avergüence espetándole con virginal sentido común: «Chico, pero si aquel cubano no hacía más que pasear al perro».
La historia es única. Que bueno lo de la bandera.
A cada rato, me tropiezo con mamíferos como el tercer personaje y tienen esa misma mirada, !qué arrogancia!-además de la ignorancia.
Se me hace que el árabe vió la misma mirada en ti…
No, no vió la misma mirada, ellos miran así, están llenos de odio contra los infieles. pero además rabió al ver que iba a trastear donde las heces habían caído de manos de alguien que portaba esa bandera que sí puede que ellos autómáticamente miren con odio, porque es la que realmente les ha impedido exterminar a todos los infiles.
La culpa la tiene Jorge porque los perros se atraen. No quiero ofender a Bruno. No, son las heces las que se atraen.
No quiero pensar mal, supongo que si hubiera sido también un “infiel” el que iba a acercarse al contenedor en busca de algún alimento también lo hubiera mirado con cierta roña. Hay que ponerse en lugar del buscador.
El otro día vi una imagen algo parecida, un señor muy bien vestido y sin paraguas de bandera americana, Ud.. es un poco friki no lo niegue, había acabado de recoger el regalito de su perro, en eso se le acerca una chica y lo saluda muy efusivamente, estuvieron charlando un buen rato mientras el hombre mantenía en su mano la bolsita. Si hubiera tenido la cámara en ese momento, lo habría inmortalizado.
La escena me parece familiar… LOL! Solo que la bandera americana la llevaba en un t-shirt (no llovia y era verano) y dos leashes con sus respectivos perros… del otro lado, varios arabes camino a la mezquita.
“En ese instante se acerca un árabe… es uno más de los centenares, probablemente millares, de personas que sobreviven en esta ciudad gracias a la basura que recogen. El perro que caga en la acera y el kafir …le impiden llegar a la basura que le da de comer. Lo miro y esbozo una vaga sonrisa… Ya Bruno acaba, por suerte, así que me agacho, recojo las heces y las lanzo al contenedor”
Así que se ríe mirando al árabe e intenta echar la mierda e’ perro en el contenedor donde el tipo va en busca de sustento y todavía le extraña la torva mirada de la víctima!!!
Y hablando de banderas y mierda (dejo fuera al árabe porque aquí no abundan),aquí en Miami hay una especie de lenguaje de signos donde la bandera es la que habla.
Cualquier ocasión despierta el patrioterismo nada sutil de las tricolores.El affaire Elián fue el más destacado:
Si estabas a favor de que se quedara el niño el cubano erguía su bandera enganchada a la puerta trasera.Nada,un arranque lo tiene cualquiera.Pero si alguna declaración de alguien defendía el derecho del padre de Elián sobre el niño,entonces se ponía otra bandera cubana en la otra puerta (ya esto era patrioterismo en estéreo).El americano ponía la suya en mono (de un solo lado) para que lo diferencieran del cubanazo.Eventualmente y,según se calentaba la cosa con Elián,casi todos,cubiches y gringos,se pasaron al estéreo patriótico.Para los más enardecidos también llegó el surround patriótico,cuatro o cinco banderitas de cualquiera de los dos bandos.Llegó un momento en que algunos pensábamos que los fabricantes de banderitas iban a cotizar en la Bolsa.
El único papel de la mierda en esta anécdota es toda la que comimos mientras el gobierno de Cuba y USA se pusieron de acuerdo para devolver al balserito.
Poniendo el parche…estoy de vaciones y no tengo nada que hacer,por eso escribo esta mierda.
Despues de leer los comentarios no tengo idea de quien es el perro, si el arabe, jorge, bruno o el kafir. O quien se cago al ver al perro, o al arabe, shit que troque.
Cómo no mirar con desprecio a un imbécil que saca un perro a cagar bajo una llovizna, y con un paraguas (tacky) que denota mal gusto y poca clase.
Además de racista eres un pobre diablo, Ferrer.
Gracias Jorge por esta sonrisa. 🙂
No hay como tomarse las cosas con buen sentido del humor…
A pesar de mí mismo tengo que parcialmente concordar con el imbécil “El hombre que vino con la lluvia”.
Jorge, te estás europeizando demasiado, no actúas como un cubano de tu edad. Nosotros los cubiches varones no usamos sombrillas bajo ningún concepto. Creo que he oído de un solo caso a través de mi mujer. Un yeyo que era sacristán en Guanajay siempre llevaba una sombrilla y su apodo despectivo en el pueblo era “Paragüita”.
Lo que cae del cielo no hace daño, decimos los guajiros. Aquí en el norte usamos abrigos largos.
Recuerdo con agrado al director de la escuela de ingeniería mecánica en la Universidad de Villanueva en el 57-58, Ing. Blanco. Le gustaba usar trajes de dril cien y una tarde caía un aguacero brutal en el barrio del Country Club, al oeste de Miramar, donde la UdeV estaba situada. El Ing. Blanco tenía que ir del edificio central al edificio de ingeniería mecánica, una belleza arquitectural, el primer edificio con todas las tuberías, conductos, vigas, expuestas por el interior y pintadas de brillantes colores, creo que como tres pisos. Eran como dos cuadras al descampado entre los dos edificios y el cubanazo salió caminando, sin apurarse, el agua empapando su dril cien, para la admiración de todos los muchachos, no féminas estudiando ingeniería mecánica. En mi fuero interno me dije, “Cuando yo sea ingeniero voy a ser como él”. Nunca más oí de él.
Dale,…
HDR, me ha hecho gracia eso de que las féminas no estudiaban ingeniería mecánica, las cosas afortunadamente han cambiado, mi hija estudió esa carrera, pero fíjese Ud. cuando hicieron el edificio de ingenierías en Las Palmas, los sesudos arquitectos se olvidaron de diseñar un baño para las chicas en la sección del taller. Y eso que es un edificio con unos 15 años de antigüedad.
HDR: esos guajiros que según tú dicen que lo que cae del cielo no hace daño ¿nunca vieron caer un rayo?
l.s.,
¿Las Palmas, era/es eso en Cuba? Realmente, no he conocido una ingeniera mecánica, muchas civiles y eléctricas.
La primera ingeniera eléctrica que conocí de niño se llamaba Celia? y fue la esposa del famoso Ing. Mayor, profesor de Alumbrado/Luminotecnia/Iluminación?, muy amigo de mi madre y que tenía una casa de playa junto al río Baracoa (Playa Baracoa tierra natal de Jorge) muy cerca del famoso Bar de Enríquez. No estoy seguro como se llamaba la asignatura – de la muy ilustre UdlaH.
Se cuentan brillantes anécdotas del tal Ing. Mayor, una de sus genialidades fue en un final pedirle a sus alumnos que diseñaran una iluminación para el Parque Central.
Cuentan que una vez fue de visita a Oriente y los maleteros le decían: ¿Le cargamos la maleta mayor? El engreído ingeniero le dijo a su acompañante: “Mira, hasta en Santiago me conocen”.
Cuénteme si puede acerca de ingeniería mecánica en Las Palmas.
Abrazo.
Urbanita,
Mi cielo, los rayos no tienen peso de modo que no pueden caer, sí ya sé que los cubiches decimos “Cayó un rayo en la iglesia…”. Fíjate que la mayoría no tocan la tierra, van entre nubes.
A mí me da gracia como los hombres nativos de los trópicos estamos programados para que no no nos moleste la lluvia, en la mayoría de los casos refresca el infernal calor, y cuando estamos en latitudes frías no podemos cambiar. Incluso me gusta sentir caer la nieve sobre mi cabeza siempre que no haya viento. Confieso que un “blizzard” me hace cambiar de opinión ya.
Abrazos.
l.s.,
La juventud es tremendamente inventiva. Me han dicho, no lo he visto desgraciadamente, que las muchachas hoy en día, suela horroso y parece que implica vejez en el comentarista, lo que es cierto, usan los orinales de las baños de los hombres sin dificultad (humedades inesperadas en la ropa) con una simple maniobra parecida a la que los perros usan para hacer aguas. Cosas veredes Sancho.
Luz y Progreso.
H.D.R. No puedo contarle nada, yo no he estudiado ingeniería en Las Palmas, ya me hubiera gustado, pero cuando vinimos para acá, esto es en las Islas Canarias, mi papá era isleño, no había dinero para eso y había que abrirse camino como fuera, pero mi hija si pudo estudiar, y eso que somos gente normalita, esto lo digo para los que siguen creyendo que sólo en Cuba los hijos de los obreros pueden estudiar, pero bueno eso ya es otro tema.
Cuando hable con mi hija le preguntaré lo de hacer aguas igual que los perritos, pero no creo que haya llegado a eso, en el baño había un inodoro, aparte de los urinarios, lo único que hacían las chicas era vigilar que no entrara ningún hombre si se estaban cambiando de ropa.
l.s.,
¡Qué casualidad, nosotros también estuvimos en Las Palmas en el año 67. Conseguí trabajo instalando un radar en el Pozo de las Nieves para la fuerza aérea española. Vivíamos en el barrio Guanarteme y los isleños fueron muy buenos con nosotros, como familia. Mis hijos tenían uno y dos años y recuerdo el rebaño de chivas yendo casa por casa para venderr leche recién ordeñada. Nunca había visto tanto pescado salado y me encantaba el pescado nacional, la vieja, que no es otro que la viejalora cubana. Había guaguas, sí señor así las llamaban, yendo para arriba y para abajo por Guanarteme. Las Canteras, los juegos de futbol en la arena, el agua de mar congelada…
Abrazo.
H.D.R.
Nosotros vinimos tres años después. Lo del rebaño de chivas no llegué a verlo, mi esposo me lo cuenta, él es isleño, pero oiga el agua de Las Canteras sigue endiabladamente fría sobre todo para la gente como nosotros que está acostumbrada al agua del Caribe, envidia me dan los nórdicos cuando vienen en invierno y se meten en el mar. Yo llevo 40 años aquí y aún no me he acostumbrado.
Saludos,
HDR y L,S siguen con la comemierderia de las Palmas y se han olvidado de la mierda de Bruno . la sombrilla Yanki de Jorge y del almuerso del fakil ” coño que pasa ” dejen el ego y pongan interes al asunto jajajajaj.
hola como se atraen los perros
los perros se atraen por el olor que le dijo una uvaverde auna morada respira babosa
[…] contado cinco zapatos abandonados en la calle esta noche, paseando a Bruno. Apenas dos hacían el […]
[…] adorable criatura que me ha acompañado en tantas notas publicadas aquí —esta, esta o esta, por ejemplo— cumple este fin de semana dos años de […]
me cago ento