Una ciudad descalza
Jorge Ferrer - 28/05/10Categoría: Urbanas | Etiquetas: Mimbres de la Voz

He contado cinco zapatos abandonados en la calle esta noche, paseando a Bruno. Apenas dos hacían el par.
No los habría notado, probablemente, pero a los perros les gustan los zapatos como a cierta cónsul ahora célebre morder. Sniff, grrr…
Ay, los perros. Cosa de instinto. Dónde mear y dónde mear y dónde mear.
La ciudad vacía, una ligera llovizna, un reggaetón bajando desde un entresuelo que ya se me va haciendo molesto, noche a noche. ¡Imagínense a quien viva en el Primero al que sirve de pedestal! Y Bruno entretenido con zapatos ajenos y viejos.
Alguna vez he contado mi encuentro con un tipo que agonizaba a cincuenta metros del MACBA. Tal vez en ETDLV, no sé bien. La horrorosa circunstancia de ver morir a un hombre, los esputos de sangre del tamaño de los labios, en la calle de una ciudad próspera y, diríase que, pacífica, pacificada. Hoy lo recordé, a aquel hombre que vi morir, a la vista de tanto zapato menesteroso de pie que lo calzara. Aun cuando sé que no saldré a la calle mañana a encontrar a los tullidos, los amputados, que los han hecho prescindibles.
No vivo en una ciudad en guerra. Vivo en un barrio donde los jueves, las noches de los jueves, son el día y las horas de sacar de casa aquello que ya no nos sirve.
Los zapatos con que la hollábamos hasta ayer, por ejemplo.
Una ciudad de mierda, Barcelona, o una ciudad estupenda, Barcelona, ¿quién lo sabe?
Lo sabrán, si acaso, los zapatos de la ciudad descalza.
la ciudad, barada en el tiempo,
la siudad, barada en baradero
No jodas! que esos fueron los zapatos que le tiraron al Bush
Que va esos fueron los zapatos que le tiraron a la perra consul de Oslo.