Fidel Castro e Ignacio Ramonet (hablando en ruso)

- 16/02/10
Categoría: Letra impresa, Memoria | Etiquetas:
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Por invitación de Security Index, revista de PIR-Center. The Russian Center for Policy Studies, prestigioso think tank con sedes en Moscú y Ginebra, escribí sobre el libro que recoge la entrevista de Ignacio Ramonet a Fidel Castro. La edición rusa apareció en 2009 y Security Index quería contraponer distintas visiones sobre Cien horas con Fidel.

Security Index / Indeks Bezopasnosti

El texto acaba de aparecer publicado en ИНДЕКС БЕЗОПАСНОСТИ (Indeks Bezopasnosti), № 1 (92), primavera de 2010.

En inglés, estará disponible en las próximas semanas en la versión en esa lengua que publica Routledge.

Las disposiciones sobre copyright de PIR-Center y Routledge me impiden reproducir aquí el texto íntegro.

No obstante, por cortesía de PIR-Center con los lectores de ETDLV, que agradezco, inserto unos pocos párrafos.

El texto completo de la versión original puede leerse aquí.

Castro (casi) por Castro
Por Jorge Ferrer ―para Security Index (fragmento)

Cuando el TU-114 que llevó a Fidel Castro en su primera visita a la URSS ―abril y mayo de 1963― se aproximó al aeropuerto de Olenia, en la península de Kola, el piloto se vio obligado a hacer dos acercamientos hasta que consiguió aterrizar. La espesa capa de nubes bajas y la niebla que cubría la pista amenazaron con provocar una catástrofe. Anastás Mikoyan, quien esperaba al líder cubano, felicitó efusivamente al piloto, cuya extraordinaria pericia sirvió para conjurar un gracioso guiño que pudo haberse permitido la historia: el joven revolucionario Fidel Castro, quien pronto cargaría con la misión de representar al «Bloque del Este» y al Kremlin en el hemisferio occidental, dejando sus huesos por accidente en uno de los célebres enclaves del archipiélago GULAG.

Ha transcurrido mucho tiempo desde entonces. Medio siglo después de que Fulgencio Batista abandonara Cuba y algo menos desde que la isla más grande del Caribe se convirtiera en un bastión del socialismo en América, a apenas un tiro de piedra de las costas de la Florida, Cuba es hoy un país que se perpetúa como el ajado dibujo de un mundo que ya no existe. Una caricatura cuyos trazos ―la pobreza compartida, la violencia de Estado, el control absoluto de los medios de comunicación, la doctrina del partido único…― fueron dibujados con el mismo carboncillo que antaño sombreó el paisaje del socialismo en la Europa del Este, si bien ha conseguido reinventarse una y otra vez para lograr una supervivencia por la que pocos apostaban hace veinte años.

Entretanto, el viejo dictador, retirado desde que una dolencia intestinal lo obligó a pasar por el quirófano en julio de 2006, se ha entregado con fervor a la fabricación de su biografía, a la meticulosa erección de un monumento que consiga perpetuarlo como una de las personalidades políticas más distintas del último medio siglo. Y no sólo eso. Mientras el cincel trabaja sobre el pasado, la pluma practica un estudiado aggiornamento del líder, que quiere verse transmutado de dinosaurio de la Guerra fría en profundo perito fin-del-mundista, heraldo de ecologistas, altermundistas y antiglobalizadores. Un Castro que, como cualquiera de los jóvenes que sale a manifestarse contra los líderes de la política y el orden económico mundial en Davos, Seattle o San Petersburgo, lleva ilusoria camiseta con el icónico rostro de Ernesto Guevara estampada en el pecho ―en realidad, por cierto, su uniforme de trabajo son trajes deportivos de Adidas, Nike o Puma― y un buen manojo de malas noticias que contar. En definitiva, en el ocaso de su vida, el viejo dictador se transmuta una vez más. Se trata, con seguridad, de su transmutación definitiva. Clavetea las ventanas abiertas del pasado y abre de par en par las puertas de su Mausoleo: un elefantiásico edificio destinado a su gloria póstuma.

(…)

Mas ¿cómo ha conseguido mantenerse en pie ese socialismo manifiestamente ineficaz en lo económico y represor en lo político? «Ya viene llegando», cantaba Willy Chirino, un célebre músico cubano de Miami, cuando los países sometidos a los dictados de Moscú se apartaban, uno tras otro, de la práctica totalitaria. Veinte años después, aquella promesa continúa siendo esperanza que corean los demócratas cubanos en Cuba y el exilio, sordos a la evidencia de que el castrismo más que de tránsito tiene color de destino. Sordos por vocación, sordos pareciera que sin remedio. Una sordera que ansían romper con gritos que pocos escuchan.

(…)

Cuba, naturalmente, es mucho más que una mera pieza del museo de la Guerra fría y cuenta con un capital simbólico y, sobre todo, un capital humano capaces de insertarla con provecho en el imaginario, la política y la economía del siglo XXI. Pero la Cuba de Fidel Castro, anotada por Ignacio Ramonet, carece, por vetusta, por monótona, por irreal, de los tonos que los cubanos, en la isla o el exilio, son capaces de ensayar. Y ensayan ya.

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2 Comentarios en “Fidel Castro e Ignacio Ramonet (hablando en ruso)”

  1. 1 Puñales dijo a las 12:38 am el 16/02/2010:

    Es mas de lo mismo

  2. 2 faffffafaaaaaafafafafafafa dijo a las 9:19 pm el 16/05/2010:

    hjyis tr65t dcsxxx dtylkd


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