Jorge Ferrer - 14/06/21
Categoría: Uncategorized | Etiquetas: Arte, Cuba, Literatura, poesía
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La fotógrafa cubana y mexicana Mina Bárcenas me hizo parte de un proyecto que ha acabado en un libro hermosísimo.
Para él, Apostillas, Mina invitó a una docena de amigos a escribir lo que se les antojara a partir de una foto suya y un texto literario que cada escribiente y ella compartieran como jalones de una educación sentimental común.
Yo elegí (o lo eligió ella, no lo recuerdo ya) ‘Tres Tristes Tigres’, la novela de Guillermo Cabrera Infante y recreé un viaje en Buick junto al muro del Malecón de La Habana, el que ahí se ve en esa fotografía espléndida.
Se trata de una suerte de poema en prosa recreando a Guillermo, buscando a Guillermo, recreando a La Habana y su frontera mitificada que es el Malecón, buscándola.
El libro fue publicado por la editorial Tres Nubes en México, donde está a la venta.
La introducción de Juan Antonio Molina fue reproducida en RIALTA.

El muro
Por Jorge Ferrer
MALECÓN, promenade, paseo marítimo, набережная. Malecón, así en cursivas temblequeantes, como quien no quiere decir que Seawall, que Waterfront. El coche vuela de punta a punta llevado por Bach, “Bacho”. Dos habaneros —dos hombres sin más, porque todos los humanos son en cierto modo habaneros que fijan los ojos en un muro— corren en un descapotable y uno supone que bajo un techo “tachonado de estrellas”, pero los astros están a pie de calle. La Habana fue un trasunto de la Vía Láctea.
Rrrrr, ruge el motor. La gomina es una fábrica de artistas que fija el cabello. Todavía no hay melenas en La Habana. No sobre las cabezas de los hombres, al menos. Rrrrr. El carro se desplaza a lo largo de un muro largo que es un muro antes de los muros. Ni Berlín sabía entonces del que le iba regalar Chruschtschow, hasta que así de chucrutesco se lo tropezó. Zzz, zumbaba La Habana de los Zzzifties. ¿O eran Fifties? Una ciudad que silbado siempre. Una urbe que chifla porque es una metrópolis chiflada.
Y ahí, en medio esto “…la cosa que es en el presente lo más perturbador y si existe el tiempo que es en el presente lo más perturbador es la cosa que hace al presente lo más perturbador…” (en TTT, que es más que la apoteosis del té).
Medio siglo y pico después, el muro no ha sido capaz de abolir el presente. Ni el azar…Rrrr. Rugen los motores. Hay rugidos nuevos, pero hay motores que continúan rugiendo como antaño, porque son los mismos. ¡Cuánto gustan esos motores a la lente del bobo armado con su Canon! Y el muro, el murito, el malecón, el maleconcito: ¿el canon de los bobos?
Rrrr. Hay otro muro. Divide tierra y cielo. Ciudad y país y mundo. Mundo y mundo. Un murito. Un trozo de muro y del muro un segmento. Rrrr, ruge, renquea, raja.
Si closeupe-ado, divide vía bacheada y playa de dienteperro. Abres la lente y hay mar, a un lado, y fachadas mordisqueadas por la carcoma del salitre, del otro. Igual paz y misma guerra: la Vía Láctea es la vía laxa de esa Habana que es un tanto una ciudad como una frontera. No la guardan los hombres. La cuida el runrún. La eterniza su condición de mero fragmento de un muro —un mundo— que vemos correr a toda prisa ahí al lado. Rrrr.
Publicado en: Mina Bárcenas, Apostillas, Tres nubes, México, 2020
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Jorge Ferrer - 22/04/11
Categoría: Cine, Poscomunismo | Etiquetas: Arte
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El domingo pasado dediqué unas cinco horas a ver Quemados por el sol, película rotundamente espléndida, y su secuela, Quemados por el sol 2, de Nikita Mijalkov. Se trata, aun cuando la segunda parte sea en muchos sentidos decepcionante, de uno de los proyectos cinematográficos más deslumbrantes sobre el totalitarismo soviético en los años de Stalin.
No las vi por gusto, que bien valía la pena. Lo hice porque la tercera y última parte del proyecto de Mijalkov será estrenada en Rusia el 5 de mayo y confío verla en los próximos días, que la piratería allá es más boyante que en los mares de Somalia.
Nikita Mijalkov es actor y director de mucho talento y también es un tipo con un posicionamiento poscomunista muy peculiar. Hace tres años le dediqué aquí un «De contra» a su aprovechamiento pecuniario del restauracionismo de Putin. En Besogon, su también peculiar y polémico videoblog, anuncia que con La ciudadela, el venidero estreno, cerrará de manera inapelable su retrato del horror stalinista. Me froto las manos.
A quien conozca las películas le recomiendo verlas como yo lo hice: una tras otra en larga noche. A quien no, se las recomiendo doblemente y ya puede irme dando las gracias. Que de nada. (En Netflix, aquí.)
Para abrir boca o repaladearla les marco aquí la escena del regalo que hace Kotov, el protagonista, a Stalin. Se trata del regalo al déspota que hace en sueños un prisionero en el Gulag. Está en 0:01:40 – 0:06:19 del video que sigue.
¡Gocen!
http://www.youtube.com/watch?v=4AueN0L4UK8

De contra:
Como algún lector recordará, Quemados por el sol se alzó con el Oscar a la mejor película extranjera en 1995, dejando con las ganas a Fresa y chocolate, aquella producción del ICAIC. El amigo García Borrero relata muy bien esa historia.
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Jorge Ferrer - 07/03/11
Categoría: Arte, Poscomunismo | Etiquetas: Arte
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Este viernes se inauguró la muestra Collapse de Rómulo Sans en la Galería Hartmann, Barcelona.
Sans vivió una década en Cuba y allá urdió y puso en marcha The H Magazine, uno de los proyectos artístico-empresariales más sofisticados que haya emprendido un extranjero en esa isla durante los últimos años.
Ahora que ya ha puesto fin a su aventura en una Habana desde la que se trae asuntos aún por eclosionar, expone en Barcelona, cosa de ir haciendo boca, un extraordinario dossier de sus fotografías: Collapse.
Quien haya seguido la aventura de The H Magazine sabe que la Cuba que fue juntando Sans allá dista del paisaje que embelesó a tanto hiperventilado fotógrafo de la decadencia. Un servidor, hastiado como tantos de la «estética de la miseria» de la que tal vez solo Robert Polidori supo sacar algo al engarzarla en cadena con Pripyat y Nueva Orleans, se confiesa gustoso, aunque distante, visitador de la Cuba de Sans. Un país hecho cara a cara, gesto a gesto, más que de figuritas recortadas sobre fondos desconchados. Y una Habana futura porque escapa de la ominosa tiranía del pasado en tanto paisaje, a la vez que ironiza sobre la no menos ominosa tiranía del presente en tanto ideología, ay, reductible al ojo pop. ¡Si es que bastaba tener o, si lo prefieren, poner otro ojo!
De la sobada recurrencia al Impala o al Buick descontextualizados al susto del qué-coño-es-de-esta-Cuba-que-veo que fijó Sans, en estas fotografías que aquí junto, donde el rostro de Juan Miguel Más, bailarín, coreógrafo y director del proyecto Danza Voluminosa, dibujan Cuba abofada, desideologizada porque hiperideologizada, vacía porque llena.
En definitiva, un futuro, cierto futuro que siempre estuvo allí y pulula ahora mismo por blandos desbordamientos y recónditos pliegues. Y a chorros que cada vez cuesta más cegar.

Rómulo Sans - Brunch I

Rómulo Sans - Brunch II

Rómulo Sans - Dudas
© Las fotografías de Rómulo Sans aparecen aquí por cortesía suya y no pueden ser reproducidas sin su autorización.
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